Colección de postales devela el mundo femenino de la sociedad fronteriza.
En 1979, Milady Villagra donó al Museo Regional de la Araucanía una colección de más de un centenar de tarjetas postales, fotografías y documentos de los Villagra Acuña, familia que se estableció en Temuco en la década de 1880. El material fue investigado por la antropóloga y doctora en ciencias, especialista en estudios de género Paula Santana Nazarit. Esta investigación, permite construir un collage histórico sobre la vida de una familia chilena de clase media en el período fundacional de la ciudad, mostrando las transformaciones culturales que protagonizaron sus integrantes entre los siglos XIX y XX, y -especialmente- los lugares que ocuparon las mujeres en este contexto social.
En respuesta al llamado republicano de modernizar el país, durante las últimas décadas del siglo XIX Temuco recibió como colonos a cientos de inmigrantes, viajantes solitarios y familias completas tanto nacionales como extranjeras. Aunque la región todavía se encontraba convulsionada luego de la denominada «Pacificación de la Araucanía» (1861-1883) -última incursión armada del Estado chileno al territorio mapuche-, la población en la zona creció rápidamente, al tiempo que se iniciaba un acelerado proceso de urbanización que convirtió a la ciudad en un bullente centro de actividad comercial, agrícola, forestal y ganadera. Pero no todos se vieron favorecidos con este desarrollo social y económico, desigualdad que -como en buena parte de las urbes modernas- se tradujo en descontento popular, configuración de suburbios y criminalidad.
Este fue el escenario en que vivió la familia Villagra Acuña, conformada por Belisario, Celia y sus más de diez hijos. Gracias a su título de colono, Belisario obtuvo tierras y propiedades que constituyeron el patrimonio económico del clan. El matrimonio se involucró en el proceso fundacional de Temuco, trabajando en el comercio, participando en la creación de una de sus más importantes instituciones -la Segunda Compañía de Bomberos- y educando a su descendencia en los primeros establecimientos educacionales de la ciudad.
Era una época de cambios radicales y de surgimiento de nuevos sujetos sociales y políticos: entre ellos, las mujeres, que buscaban horizontes más allá de su papel reproductivo. Es el caso de Milady Villagra, quien, a diferencia de Celia -su madre-, permaneció soltera (tal como su hermana Luisa) y ejerció la enseñanza, una de las pocas profesiones bien vistas para las mujeres de la época.
Mientras que los documentos de la colección proveen datos de la familia, las fotografías y las postales traslucen los patrones morales y estéticos promovidos por la naciente sociedad temuquense, cuyo modelo central era blanco, patriarcal y burgués. Así, los retratos de mujeres casadas proyectan pudor y sobriedad, en tanto que las postales difunden el concepto de amor romántico heterosexual a través de escenas de conquista masculina y pasividad femenina, introduciendo al mismo tiempo la imagen de muchachas modernas de inspiración europea.